Hogar, ¿Dulce Hogar?
¿Tu casa está contigo o contra ti?
Alicia tenía dolores de cabeza e insomnio desde que se vino a vivir a Mallorca.
Empezó al poco de llegar.
Al principio lo achacó al estrés del cambio de trabajo.
Aunque no le cuadraba.
Ni era el primer cambio ni el más estresante. Como ejecutiva había vivido situaciones mucho peores.
Pasadas unas semanas estaba perfectamente integrada y trabajando a buen ritmo. Pero seguía costándole dormir y se levantaba con la cabeza hecha un bombo.
Quizás era la humedad.
Compró un deshumidificador.
Nada.
Por cierto, qué manía tenéis con venir a Mallorca y echarle la culpa de todo a la humedad…
¿Cambios hormonales? ¿Falta de vitaminas?
Analítica normal. Y los chutes de vitaminas no mejoraron apenas.
Ya llevaba unos meses así cuando una compañera de pilates le invitó a una cena con sus amigas para que conociera gente. Y allí conocí a Alicia.
A los 3 minutos de empezar a hablar con ella salió el tema. Estaba desesperada.
Después de hacerle unas cuantas preguntas sobre su casa tenía una sospecha bastante fundada sobre las causas.
Le dije que probara a ventilar toda la casa antes de ir a dormir y que dejara la ventana de la habitación ligeramente abierta.
Mediados de febrero.
El telediario machacando con que basta con ventilar 10 minutos al día.
Y la que se supone que hace casas ecológicas diciendo que deje la ventana abierta toda la noche.
Mejor no te describo la cara que me puso.
Pero si a Alicia le das un buen argumento, como mínimo te da el beneficio de la duda. Así que después de explicarle mi teoría, prometió probar.
Me llamó a la semana siguiente.
Mano de santo.
Siguiente consejo: cambiar de piso.
En el que estaba era de alquiler y “recién reformado”, así que había pocas opciones de hacer los cambios que necesitaba.
Estuvo durmiendo con la ventana abierta hasta que lo encontró.
No era tan de revista como el primero. Pero estaba mucho menos intoxicado.
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Luisa Azpeleta
Construye bienestar